Ya conocemos el esfuerzo y el trabajo que nuestro sacerdote D. Enrique
Barrera, junto con su adscrito D. Pedro Pérez, está realizando por Santa Cruz.
Sin apenas llegar a los dos años desde que D. Enrique tomara posesión de “los
pisos”, son notables los distintos arreglos que se están dando lugar en el
templo y salones parroquiales: arreglos de goteras, zócalo, ventanas y
persianas… todo para que la comunidad parroquial pueda dar culto a Cristo no
sólo en nuestro templo particular que es nuestro cuerpo, sino también en el que
todos compartimos en la Iglesia.
En esta semana, por todos es sabido que alguien ha vuelto a
la Parroquia. Se llama Rocío y los más jóvenes apenas sabíamos de ella. Hasta
Santa Cruz la trajo D. Francisco Silva a quien tanto recuerdan los mayores por
todo el bien que hizo por la Parroquia. Rocío, se tuvo que ir porque según
cuentan, estaba algo cansada. Aunque la encontramos un poco envejecida (los años
no pasan en valde), entre todos pudimos acicalarla y dejarla en las mejores
condiciones posibles. D. Enrique le ha buscado la mejor de las “sillas” para
que pueda sentirse ahora más cómoda. Dicen que hace unos 20 años que pasó a un
lugar más íntimo de Santa Cruz, pero a partir de esta Semana Santa, despertará
para volver a coronar nuestra Parroquia. Rocío, nuestra campana, volverá a
llamar a los feligreses a partir de la Vigilia Pascual: ¡qué buen día!, ¡con la
alegría de celebrar que Jesús ha resucitado! Será en ese momento cuando D. Enrique pueda bendecirla y facilitar que D. Francisco
Silva pueda, desde el cielo, hacerla sonar y recordar a los más mayores viejos
sonidos y nos enseñe a los más jóvenes a acostumbrarnos a vivir con ella.
¡Bienvenida a casa, Rocío!
J. Ángel Espinosa