En el mes de Mayo, la naturaleza explota de manera singular en forma de flores. De igual forma, el mes de Mayo es dedicado a la Santísima Virgen María con el ánimo de abrir nuestro corazón a Ella y hacerlo que rebose de alegría y felicidad.
Así es la primavera, y así es nuestra Madre, quien en el presente mes de Mayo ha sido subida hasta el altar mayor de Santa Cruz para presidirlo y acompañar a los niños y niñas que reciben por vez primera al Señor Jesús en la Eucaristía.
Dispongámonos, como las flores en primavera, abrir nuestro corazón imitando a la Santísima Virgen María y pidámosle que nos lleve de la mano por el buen camino que nos conduce hasta su hijo Jesucristo.