LA PARROQUIA DE SANTA CRUZ EN EL TIEMPO DE PASCUA

martes, 30 de junio de 2015

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Aunque los lunes no hay misa en Santa Cruz, el pasado lunes 29 de Junio se celebró la Santa Misa con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo. Celebró el adscrito a Santa Cruz, D. Pedro Pérez.



¿QUIÉNES FUERON SAN PEDRO Y SAN PABLO?

San Pedro, pobre pescador de Galilea, natural de Betsaida, aldea del lago de Genezaret. Hermano de San Andrés, también pescador, fue quien lo presentó al divino Maestro. Era cuando Jesucristo comenzaba a escoger a sus discípulos. Fue un hombre sencillo, con poca instrucción, y vivía de su modesto oficio. Después de la resurrección de Jesucristo, asumió la dirección de la Iglesia. Se transladó de Jerusalén a Antioquía donde fundó su comunidad cristiana. Posteriormente fijó su residencia en Roma y fue martirizado hacia los setenta y cinco años de edad.

Saulo (futuro San Pablo), Apóstol de Jesucristo y principal propagador del Cristianismo, que tuvo una participación decisiva en la expansión de la Iglesia, desde el momento de su conversión. Nacido en Tarso de Cilicia, hacia el año 8 de la Era Cristiana, perteneciente a una familia judía de la diáspora o dispersión y, como tal, estaba sólidamente formado en la Ley judaica. Pronto pasó a Jerusalén, a completar su educación rabínica, y su maestro fue el más autorizado rabino de entonces, Gamaliel el Viejo. En las sinagogas de Cilicia debió de conocer la doctrina de la nueva fe cristiana, por la predicación de San Esteban, y su celo e impetuosidad le llevaron a unirse a los perseguidores de ello. Con su afán de exterminio pidió al príncipe de los sacerdotes unas cartas de presentación para Damasco, a fin de apresar a los adeptos de la nueva fe; obtenidas las cartas, Pablo y sus compañeros se acercaban va a Damasco, cuando de pronto una luz del cielo les envolvió en su resplandor. Pablo vio entonces a Jesús. A su vista cayó en tierra y ovó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Tras esta experiencia, permaneció entregado a la oración y en trato íntimo con el Señor. Regresó luego a la ciudad, entrando de lleno en su función de apóstol y en su gran labor evangelizadora.



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