LA PARROQUIA DE SANTA CRUZ EN SEMANA SANTA

jueves, 2 de noviembre de 2017

ORANDO POR LOS QUE YA PARTIERON A LA CASA DEL PADRE

A las doce del medio día del pasado 1 de Noviembre, las campanas de Santa Cruz daban sus toques avisando de la celebración de la Santa Misa en la Festividad de Todos los Santos.

Para los católicos, el 1 de noviembre es un día de precepto, es decir, es obligación asistir a misa, y así hicieron un buen número de fieles para recordar a todas aquellas personas que vivieron una vida llena de fe y testimonio cristiano y que aunque no hayan sido reconocidas canónicamente como santos, fueron un ejemplo para los suyos. Celebró la Eucaristía D. José Manuel Pineda, vicario parroquial. 

Pineda explicaba en su homilía que todos estamos llamados a dar alabanza a Dios que está en los cielos. El modelo de los Santos nos debe animar a tener esperanza y, sobre todo, que las bienaventuranzas nos indiquen el sendero que hemos de elegir para llegar a la meta que Dios nos marca. Es santo aquél que vive según el espíritu de las bienaventuranzas. La cuestión está en vivir según ese estilo e intentar ser manso, pacífico, misericordioso, pobre de espíritu, sufrido, luchador en favor de la justicia, limpio de corazón. Esta manera de vivir contrasta con lo que dice el mundo, pero es la única manera de seguir a Jesús. Es su principal mensaje, lo que distingue a un cristiano, pues de los que viven así "es el Reino de los cielos".


Y el jueves 2 de Noviembre, a las 16'30 horas, un numeroso grupo de personas no quiso perder la ocasión de rezar el Santo Rosario por las calles del Cementerio San Sebastián. Los tres sacerdotes de Lora D. Enrique Barrera, D. Miguel Ángel López y D. José Manuel Pineda dirigieron este piadoso rezo para dar paso a continuación a la celebración eucarística. D. Enrique, en su homilía, transmitía la idea de tener la confianza y una firme convicción cristiana en la resurrección de los muertos, invitándonos a rezar por ellos para que puedan disfrutar de la paz del Cielo, y pedir la intercesión ante Dios de nuestros familiares y amigos difuntos por nuestras necesidades.






Por la tarde, y después de la Exposición del Santísimose celebraba la Santa Misa en Santa Cruz, por las mismas intenciones. El párroco invitaba una vez más a "desprendernos de todo lo material, todas aquellas seguridades que tenemos en la vida ya que lo realmente importante es conservar un alma limpia que es lo que nos servirá para subir al cielo el día que partamos la Casa del Padre". Añadía D. Enrique que "Jesús venció a la muerte y resucitó; gracias a ello, nosotros podremos disfrutar de la Vida eterna". Se hacía hincapié en rezar todos los días dedicándose también una de nuestras oraciones a los difuntos; especialmente también por todas aquellas almas de las que ya nadie se acuerda y, por lo tanto, nadie reza por ellas. Los libros de los difuntos de la parroquia se mostraban como gesto ante el altar, con el nombre de todos aquellos hermanos nuestros que ya no están con nosotros pero que, años atrás, formaron parte de la Comunidad.




"Dales Señor el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz perpetua".