"Una Iglesia y miles de historias gracias a ti."
Este fin de semana celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Tú, que estás leyendo esta página, puedes fijarte en la historia de tu propia vida: vives en un lugar donde seguro que hay una parroquia cerca. En ella hay mucha vida.
Desde que naciste, ya tuviste relación con ella. Una relación amplia en la que también entraban tus padres, tus hermanos, tus abuelos y el resto de tu familia… También otras muchas personas.
Fuiste bautizado y, desde ese momento, fuiste acompañado por tus padres y padrinos, catequistas, profesores de religión, sacerdotes, religiosos, monjas y otras personas para vivir de una manera religiosa y feliz. Algunos de ellos ya habrán muerto y seguro que les has agradecido y agradeces todo lo han hecho por ti.
Puedes seguir pensando en otras muchas personas con las que ahora mismo tienes relación. ¿Has pensado que detrás de cada una de ellas, también, hay una historia semejante a la tuya? Y lo más importante: en cada historia está interviniendo Dios y la Iglesia.
Todos pertenecemos a esa misma Iglesia. Millones de personas en todo el mundo que gracias a ti, a tu fe, a tu oración, a tu aportación económica, al servicio que prestas, hacen posible que miles de personas vayan escribiendo su historia de la mano de Dios. Todo es también gracias a ti, porque haces posible el anuncio del Evangelio aquí y en otros países; que se celebren los sacramentos, desde un bautismo hasta un entierro; la catequesis en todas las edades de la vida; vivir en caridad con los pobres, enfermos, encarcelados, las personas sin hogar; también a mantener edificios como catedrales, templos, centros parroquiales, etc.
Debemos darnos gracias mutuas por todo ello: porque nuestra historia está en Dios y porque, colaborando con Dios en la Iglesia, hacemos posible que nuestra Iglesia diocesana se mantenga viva.
¿Y cómo colaborar? Nos pasa con nuestra parroquia exactamente lo mismo que nos pasa en casa, con nuestra familia… Como están ahí y no nos faltan, no le damos mérito a todo lo que tenemos en ella.
En una parroquia fuimos bautizados y, por eso, pertenecemos a la familia de los hijos de Dios. Somos hermanos entre nosotros por el bautismo, hijos de un mismo Padre. A continuación te vamos decir cosas muy sencillas para sentirte un poco más familia, un poco más parroquia. Igual te suena raro, pero la historia de Dios con los hombres es una historia de amor. Por eso, cuanto más conocemos, más queremos conocer. Es algo tan grande…
1.º ¿Conoces la historia de tu parroquia? ¿Cuándo se construyó? ¿Quién la construyó? ¿Su historia? ¿Los primeros sacerdotes? ¿Los primeros catequistas? El primer bautizo, la primera boda… Hay mucha historia por descubrir y tú formas parte de esa historia. La parroquia nos acompaña en los momentos más importantes y también más cotidianos de nuestra vida.
2.º ¿Conoces cuántos grupos hay? Niños, jóvenes y adultos tienen, al menos, una hora semanal en la parroquia, y van conociendo cada día mejor a Jesucristo. Forman su fe porque hoy es más necesario que nunca dar razón de nuestra esperanza. ¿Por qué creo? ¿Para qué creo?
3.º Quizá, acaso, perteneces a una parroquia muy pequeña, pero esto sirve para una gran parroquia y, también, para una que no lo es tanto. ¿A cuántas personas visita el sacerdote a la semana? ¿O el grupo de Cáritas? ¿Y las personas que acompañan a los enfermos?
4.º Y todo esto, ¿para qué? A lo mejor tú puedes colaborar en alguna actividad en tu parroquia. Puedes dar catequesis, visitar a personas mayores, recibir también catequesis y profundizar en la fe…
5.º Quizá eso de sentarte en una reunión no va contigo. Hoy, por ejemplo, hay templos que, desgraciadamente, no se pueden abrir. Los sacerdotes no pueden llegar a todo, y es importante que haya templos abiertos donde poder rezar, donde encontrarse diariamente en silencio y orar… Tú podrías ofrecerte para estar pendiente del templo y de sus visitantes una hora al día, o a la semana, o cuando puedas. Será un gran y valioso servicio.
6.º ¿Tampoco? ¿Rezar? Fíjate qué importante. Rezar por tu parroquia, por los niños que van a recibir la primera comunión este año; los jóvenes que recibirán el sacramento de la confirmación; los que se van a casar; o por los que han fallecido… Rezar para que la parroquia sea en medio de tu barrio o de tu pueblo un lugar de puertas abiertas, un lugar de misericordia y de esperanza.
7.º Colaboradores voluntarios de Cáritas, de Manos Unidas… ¡Hay tanto por hacer! ¡Tanta necesidad material y espiritual! ¡Tanta falta de consuelo y de esperanza! La mayor de las virtudes es la caridad. En nuestra parroquia tenemos que vivir con fortaleza en la fe, con seguridad en la esperanza y con constancia en el amor. Hacer de la parroquia un lugar cercano, cálido… Una parroquia de puertas abiertas.
8.º Igual que en nuestras casas, también la casa de nuestra familia en la fe tiene unos gastos mensuales: luz, agua, teléfono, limpieza de salas de catequesis, calefacción… Quizá se necesita alguna reforma: tejados, u otras obras de mantenimiento. ¿Te has interesado alguna vez por esta cuestión? ¿Conoces el presupuesto anual? ¿Conoces los gastos y los ingresos? ¿Qué se puede estar necesitando? También es nuestra casa y las necesidades de nuestra familia.
9.º En el tema económico también puedes ayudar. Con mucho o con poco. Esporádicamente o mensualmente, trimestralmente, semestralmente o anualmente. Además, ahora es una gran oportunidad, porque desde enero de 2016 los donativos a cualquier institución, asociación u ONG van a desgravar más por ley; esto mismo se aplica, por supuesto, a las donaciones que realices a la parroquia y a la diócesis.
Gracias por tu fe, por tu servicio y tu aportación económica.
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