Hay tres días al año en los que la Iglesia concentra y recuerda los acontecimientos centrales de la vida de Jesús y que se conocen como 'TRIDUO PASCUAL'. Cada celebración del Triduo tiene su significado particular: la tarde del Jueves Santo conmemora la institución de la Eucaristía; el Viernes se dedica entero a la pasión y muerte de Jesús en la cruz; y durante el sábado la Iglesia medita el descanso de Jesús en el sepulcro. Por último, en la Vigilia Pascual, los fieles reviven la alegría de la Gloriosa Resurrección.
La expresión 'Triduo Pascual', aplicada a las fiestas anuales de la Pasión y Resurrección, es relativamente reciente, pues no se remonta más allá de los años treinta del siglo XX; pero ya a finales del siglo IV San Ambrosio hablaba de un "Triduum Sacrum" para referirse a las etapas del misterio pascual de Cristo que, durante tres días, "et passus est, et quievit et resurrexit".
Poco después de la muerte de Jesús, la Iglesia primitiva advirtió la necesidad de celebrar litúrgicamente este hecho por medio de un rito memorial, donde, en obediencia al mandato expreso de Jesús, se renovara sacramentalmente su sacrificio.
De este modo, durante los primeros compases de la vida de la Iglesia, la Pascua del Señor se conmemoraba cíclicamente, a partir de la asamblea eucarística convocada el primer día de la semana (dominicus dies) o domingo. Pero muy pronto, apenas en el siglo II, comenzó a reservarse un domingo particular del año para celebrar este misterio salvífico de Cristo. El Triduo Pascual comprende tres días: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo. Conozcamos su significado.
JUEVES SANTO
La celebración del Jueves Santo está centrada en la institución de la Eucaristía en la que la Iglesia descubre y celebra la actitud de amor de Cristo.
Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena, cuando nos mandó "hacer eso en memoria suya": la Eucaristía es tradición recibida del propio Cristo. No se trata de una celebración individual donde cada uno hace lo que quiere, sino de una tradición recibida del Señor a través de la Iglesia que convoca a todos sus hijos a reunirse alrededor del Maestro, quien preside la celebración. Este camino de la tradición del Señor a través de las generaciones cristianas es el que hace posible la renovación de la Cena y la Pasión del Señor en todos los momentos de la historia. Es un camino de ida en la historia hacia el final de los tiempos y que hace posible la vuelta: el recuerdo vivo y presente del sacrificio del Señor.
La Eucaristía es sacrificio, pues la sangre es símbolo de la Nueva Alianza entre Dios y los hombres realizada en la cruz del Señor. Es también memorial, no simple recuerdo: la acción litúrgica realiza verdaderamente la salvación. El pasado (la cruz del Señor) se hace accesible en el presente (la vida de la Iglesia) por medio de la celebración. La Eucaristía nos da el ejemplo de la entrega de Cristo para hacerlo realidad en nuestra vida. Finalmente la Eucaristía es anuncio de la muerte del Señor hasta que vuelva. El Señor presente en la Eucaristía es ya un anticipo ante el mundo de lo que será la culminación de la obra salvadora de Dios.
El LAVATORIO DE PIES es un gesto propio de los oficios del Jueves Santo, que conmemora el momento en el que Jesús lavó los pies a sus discípulos, justo al principio de la Última Cena. En él tenemos el resumen de todo lo que significa el Jueves Santo. Con la narración del lavatorio de los pies y su realización la liturgia nos transmite el sentido más profundo de la Eucaristía: Amor y Servicio.
La conclusión práctica de esta celebración debe ser el amor y el servicio de los cristianos hacia sus hermanos. Por ello, el Jueves Santo es día del Amor Fraterno. El sacrificio de Cristo debe comprometernos a amarnos. Es un día para examinarnos en el amor a la luz de Cristo. No se trata de buenas palabras, sino de hechos.
También en este día celebramos la institución del Sacramento del ORDEN SACERDOTAL. En los ministros ordenados (diáconos, presbíteros y obispos), Cristo quiere seguir presente en medio de su comunidad como el que parte el pan y lava los pies de los discípulos.
La HORA SANTA es una practica de origen divino y tiene como fin recordar a los fieles la pasión y muerte de Jesucristo, e impulsarles a la meditación y veneración del ardiente amor por el cual instituyó la Eucaristía. Se trata por tanto de dedicar una hora a meditar los misterios cuando Cristo se sintió sólo y débil, como nosotros, y pide al Padre aparte el cáliz. Una hora para acompañarle, como el Ángel del huerto, en cuanto podemos, místicamente, junto al sagrario. Es una hora para volcar en su Sagrado Corazón todos nuestros afanes y sufrimientos, y recibir su gracia para sobrellevarlos. Una hora en definitiva, para agradecer su sacrificio y aprender de El. La hora Santa suele realizarse ante el MONUMENTO que es la capilla o el altar efímero que se lleva a cabo para la reserva de la hostia consagrada; en algunos lugares es tradición visitar los monumentos en distintas parroquias, aprovechando para orar ante el Señor.
VIERNES SANTO
El Viernes Santo la Iglesia celebra la muerte victoriosa de Jesús. En la cruz vemos al Señor y en Él descubrimos la posibilidad de colmar todas las ansiedades de nuestro mundo. La cruz es la revelación de nuestro destino: el triunfo de Cristo es la victoria de todos.
En la celebración de los oficios del Viernes Santo destaca el rito de la ADORACIÓN DE LA CRUZ que es presentada a la Iglesia y a la que todos los presentes nos dirigimos para besarla.
Besar la cruz significa estar dispuesto a aceptarla. Aceptar la cruz del Señor, su camino de entrega por los demás que le llevó a la muerte y aceptar la propia cruz, el camino que cada uno de nosotros tenemos para unirnos al que nos llama desde el Calvario. Este rito es el testimonio de nuestro deseo de poner nuestra vida en manos de Dios, como Jesús, para bien del mundo.
SÁBADO SANTO
En los primeros siglos de historia de la Iglesia, el Sábado Santo se caracterizaba por ser un día de ayuno absoluto, previo a la celebración de las fiestas pascuales. Pero a partir del siglo XVI, con la anticipación de la Vigilia a la mañana del sábado, el significado litúrgico del día quedó completamente oscurecido, hasta que las sucesivas reformas de nuestro siglo le han devuelto su significado original. De esta manera, el Sábado Santo debe ser para los fieles un día de intensa oración, acompañando a Jesús en el silencio del Sepulcro.
La VIGILIA PASCUAL. En la Vigilia Pascual celebramos la Resurrección del Señor. En la oscuridad de la noche surge una luz nueva, Cristo, en cuya resurrección, buena noticia definitiva para el mundo, participamos por el Bautismo y la Eucaristía.
¡CRISTO HA RESUCITADO!
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, ¡HA RESUCITADO!. (Lc 24, 5-6)
En la Vigilia Pascual celebramos dos cosas fundamentales: que Jesús vive y que nosotros vivimos su vida. La misma celebración es una realidad sagrada, un acontecimiento con fuerza salvadora. Escuchamos la proclamación en las lecturas de las maravillas que Dios ha ido haciendo a lo largo de la historia (Creación, paso del mar Rojo etc.) que culminan en la Resurrección de Jesús. La celebración es el cumplimiento de la salvación. La celebración de la Vigilia Pascual constituye un nacimiento de la nueva vida en la Iglesia. El tema fundamental, pues, de la Vigilia Pascual, es la novedad de vida que manifiestan las lecturas que nos hablan de las acciones de Dios en el mundo y que se realiza por la renovación del Bautismo y la participación en la Eucaristía.
En nuestra fiesta acogemos a Cristo como luz del mundo representado en el cirio pascual del que encendemos nuestras velas. Cristo, la luz definitiva, es también nuestra luz. Por el Bautismo, que renovamos en nuestra celebración, en la parte de la Liturgia Bautismal, hemos pasado a formar parte de su Cuerpo, la Iglesia, hemos muerto y resucitado con él. Por la Eucaristía seguimos participando siempre de la presencia de su vida entre nosotros. La Vigilia Pascual, en su celebración, es para el creyente la ocasión sagrada de renovar sacramentalmente su configuración con Cristo.
Ya conocemos más sobre el significado del Santo Triduo Pascual, ahora es la ocasión de que participes en él. Lo tienes fácil. En tu pueblo, ciudad...en tu parroquia.
El sepulcro está vacío.
Cristo está vivo.
¡Búscale!
JUEVES SANTO: 18'00 H.
Hora Santa: 22'00 horas.
VIERNES SANTO: 18'00 H.
SÁBADO SANTO: 22'00 H.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN: 12'00 H.
Parroquia de Santa Cruz
(Lora del Río)