El pasado sábado 30 de enero, parte del equipo parroquial de Cáritas de Santa Cruz junto con los sacerdotes D. Enrique Barrera y D. David Larrén, realizaron una actividad con los jóvenes del grupo de Confirmación "San José" de la parroquia. La actividad tenía por objetivo que dichos jóvenes conocieran otra realidad junto con las Hijas de la Caridad del comedor social "Nuestra Señora del Rosario". A este comedor acuden diariamente personas para comer un plato caliente y, además, les dan un bocadillo y bebida para la noche; los jóvenes echaron una mano en la preparación de estos bocadillos. Según el sentir general del grupo, fue una experiencia muy gratificante, por sentirse útiles para colaborar con otras personas aunque sólo fuera por un día. Después, las Hermanas enseñaron las instalaciones de ropero para el reparto de ropa, duchas en las que las Hermanas dan todo lo necesario para el buen aseo personal, y el economato en el que personas necesitadas derivadas por las Cáritas parroquiales y Hermandades pueden adquirir productos muy económicos a través de vales.
Más tarde, el grupo se dirigió al Centro Amigo donde los técnicos de Cáritas ofrecieron una formación básica en la que explicaron la variedad de personas que allí ayudan. Mientras tanto, contaban las circunstancias que llevaban a las personas a ser excluidas de la sociedad. Fue con esto con lo que los jóvenes entendieron que todos nos podemos ver así reflejados en un futuro, y seamos nosotros los que necesitemos ayuda. Posteriormente, Rosario (una de las usuarias del Centro que llevó varios días preparándose la visita al grupo) enseñó las instalaciones del Centro.
El equipo parroquial de Cáritas quiere compatir con el blog parroquial algunas experiencias que los jóvenes quisieron expresar agradecidos de esta dura pero inolvidable experiencia:
"Cada día se aprende algo nuevo, hoy he aprendido la gran labor que hace Cáritas. Hemos visitado el comedor social de Triana, donde cada día se da de comer a una media de 200 personas, se les da ropa, hay duchas y un economato con precios bajísimos, todo gracias a las hermanas, a Cáritas y a los voluntarios. Después, visitando el Centro Amigo, he aprendido que cualquiera se puede ver en la calle por circunstancias, no solo por la droga o vivir en un mal ambiente, que hasta teniendo una carrera y una familia puedes acabar así. Lo más bonito que he aprendido hoy es que con ganas se puede salir. Rosario me demostraba mirándome a los ojos con su mirada nerviosa (llevaba días preparándose nuestra visita) las ganas de recuperarse y volver a la normalidad. Las ganas de que “ dejemos entrar”, no al Centro Amigo donde está como en su casa, que “la dejemos entrar en la sociedad”: que no discriminemos ni rechacemos por el hecho de vivir en la calle, de verdad que no sabemos lo que ha podido pasar para estar así y no sabemos si nosotros vamos a estar igual el día de mañana. Solo digo que muchísimas gracias a Don Enrique, a Don David, a Tere y a Mariló por mostrarnos esta realidad, que pasa desapercibida pero está ahí, a las Hermanas del comedor social por abrirnos sus puertas y dejarnos ayudar y a los educadores del Centro Amigo, por abrirnos la mente sobre esas personas, que ya tienen bastante con su situación para que además “no las dejemos entrar”. Ha merecido la pena madrugar."
MANUELA:
"No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que nos vemos sin él. Entonces ahí te das cuenta de cómo te puede cambiar la vida en cuestión de unos segundos, ya sea por un accidente de tráfico, ya sea por cualquier otra cosa que no puedes llegar a entender, la vida te da un vuelco enorme y te das cuenta de que estas solo, sin familia sin amigos, hasta sin hogar. Te ves en la calle sin ningún derecho que obtener, no es un día en la calle ni dos ni tres, son años y años que te encuentras solo sin ningún apoyo. Miras hacia atrás y te das cuenta de todos los derechos que tenías en cuestión de horas, pero tú eres fuerte y sabes que puedes cambiar. Gracias a Dios hay que personas que se dedican a ayudarte y a darte un valor en la vida para que tú te sientas como en casa, o incluso mejor. Ayer fue un día precioso, me di cuenta que el trabajo en grupo es maravillo, hacer de comer para personas que no lo tienen, vaya satisfacción más grande, por una parte te sientes privilegiada por las cosas que tienes en tu vida, por la otra parte te sientes rota por dentro pensar que tienes de todo lo que quieras y que ellos no tengan una cama ni un zapato. Se me partió el alma. Gracias a las Hermanas del comedor social de Triana por darnos esa gran oportunidad de ayudar a personas que lo necesitan.
Ves caras que lo dicen todo, el brillo de los ojos o la forma de hablar y notas que son personas que han sufrido muchísimo. Ellos solos se dan cuenta de la vida que llevan y deciden dar un cambio porque así sabrían de sobra que no llegarían a ningún lado, esas son las personas que merecen la pena. Que aunque estés en una cárcel por los motivos que sean tienes fe en ti mismo y reconocer que te has equivocado, que estas lleno de barro hasta las orejas pero sabes de sobra que cuando salgas cambiarás, porque tu quieres, porque tú puedes y porque sabes que la esperanza nunca se pierde, por esto y muchísimas cosas más: ¡DEJAME ENTRAR!".
ISABEL:
"Dicen que nunca te vas a la cama sin aprender algo nuevo. Hoy he aprendido a valorar un poco más las cosas que tengo en la vida y me he dado cuenta de lo privilegiada que puedo llegar a ser. He aprendido a comprender a las personas más necesitadas, a esos que siguen luchando a pesar de todos los problemas que tienen encima. Muchas personas no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que nos vemos en esa situación. Es algo indeseable para cualquier persona de este mundo estar así pero por desgracia existe.
También he aprendido lo que es el verdadero trabajo en grupo gracias a las Hermanas del comedor social de Triana. Que no solo es un comedor sino un sitio dónde personas que carecen de amor y cariño lo hayan allí. Me ha encantado la organización que tenían para cada una de las necesidades que todos los seres humanos tenemos derecho. Y no solo eso he aprendido hoy, que no es poco. También he aprendido que cualquier persona, ya sea ingeniero, médico o abogado, puede llegar a estar en una situación de verse en la calle por unas circunstancias o por otras. Me ha impactado la fuerza de voluntad que puede llegar a tener una persona que se ha visto durante 12 años sola, sin familia ni amigos, ni nadie que les ayude. Para ellos, lo que nosotros vemos una tontería es un mundo. Por todo esto y más: ¡DÉJAME ENTRAR!".
LAURA:
"Invisibles, inexistentes, así es como vemos a las personas de la calle, como que son parte del paisaje, son gente con una historia detrás, con demasiadas heridas internas que no se reflejan externamente. Hoy he aprendido que están ahí, que son personas y tienen sentimientos, que no son malas personas, sólo personas que han nacido con una mala estrella, un destino difícil y no han sabido sobrellevar el dolor, pero nosotros podemos ayudarlos, con un gesto, dándoles un bocadillo, con una sonrisa o un abrazo, porque no sabes si esa persona lleva días, meses o años en la calle, solas, sin ninguna ayuda, sin nada que les aliente a seguir.
Por eso, hoy os pido que colaboremos, con Cáritas, con las parroquias o con los comedores sociales, tanto donando como ayudando, de cualquier manera, cualquier ayuda vale, porque todos tenemos los mismos derechos y todos nos podemos ver así el día de mañana, porque no todos son drogadictos, son personas que necesitan ayuda, hagamos lo que esté en nuestra mano para dársela".
"El pasado día 30 de enero tuve la gran suerte de ver y sentir cosas que hoy en día pasan habitualmente y de las que normalmente no somos conscientes. Fue una experiencia que me tocó en lo hondo y que pude compartir con mis compañeros y ayudantes de Cáritas de la Parroquia de la Santa Cruz.
Cogimos el tren y nos desplazamos hasta llegar al comedor social de Pagés del Corro, en el barrio sevillano de Triana. Cuando llegamos estaban allí las Hermanas esperándonos y dispuestas a empezar con la labor que diariamente hacen para muchas personas necesitadas. Empezamos a hacer bocadillos, ordenar mesas y algunas cosas más. Realmente allí me di cuenta que tanto un abogado, como un arquitecto o como otra persona normal por muy diversas circunstancias tienen que acudir a aquél lugar porque no tienen ropa ni nada para comer. Fue ahí donde me di cuenta de la importancia de apreciar lo que tenemos porque no sabemos lo que nos puede pasar en el futuro.
Luego nos invitaron a visitar el Centro Amigo y alli ya fue, como suele decirse de manera coloquial, el “remate de los tomates”. El alma se me partió al ver la voluntad que tienen muchas personas tras muchisimos años tirados en la calle, sin hogar, sin familia, sin amigos, sin apenas formación y muchas cosas más que son tan necesarias para una persona en el mundo actual. Lo más fuerte es que todo esto no es sólo consecuencia de las drogas o el alcohol sino por problemas que tienen y que les llevan a hacer cosas que no deben, a dejarse en temas de higiene y ya cuando pasa el tren no hay quien los "coja por banda”.
Menos mal que tenemos a esas personas que trabajan en eso y les ayudan a que puedan salir adelante. Algo que para mi es motivo de orgullo y de alegría. Espero que pueda repetir esa experiencia que me dejó ciertamente sorprendida. Y ya sabéis que nunca es tarde para decir... ¡DÉJAME ENTRAR!".