En este mes de marzo, próximos a la Semana Santa, conocemos “a fondo” el grupo encargado de la liturgia. Ésta es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica. En palabras del papa Pío XII en su encíclica “Mediator Dei”: “La liturgia no es solamente la parte exterior y sensible del culto, ni mucho menos el aparato de ceremonias o conjunto de leyes y reglas..., es el ejercicio del oficio sacerdotal de Cristo”.
D. Antonio Machuca, acólito instituido. |
En la Parroquia de Santa Cruz, de la liturgia se encarga un grupo de personas que coincide con cada uno de los coordinadores de cada grupo parroquial existente, un acólito instituido, ministrales y el párroco al frente. El coordinador de dicho grupo es D. Antonio Machuca, acólito instituido. El acólito es instituido para el servicio del altar y para ayudar al sacerdote y al diácono. A él compete principalmente preparar el altar y los vasos sagrados y, si fuere necesario, distribuir a los fieles la Eucaristía, de la cual es ministro extraordinario.
Obviamente, por la naturaleza de la actividad, la actividad principal del grupo de liturgia es la preparación de las celebraciones litúrgicas, en especial, la Eucaristía. Y debemos de ser conscientes de la importancia de la actividad litúrgica, pues en la liturgia celebramos y confesamos nuestra fe. La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida de la Iglesia, donde escuchamos la Palabra de Dios, celebramos el Misterio Pascual de Cristo y somos enviados a la construcción del Reino para la salvación del mundo. Es preciso insistir en este sentido, dando un realce particular a la Eucaristía Dominical y al domingo mismo, sentido como día especial de la fe, día del Señor Resucitado y del don del Espíritu, verdadera Pascua, que llena de sentido toda la semana.
Para la adecuado desarrollo de esta importante actividad en la vida parroquial, el grupo se reúne para la preparación de los denominados “tiempos fuertes” (Adviento, Cuaresma y Triduo Pascual) al objeto de reparto y participación de los grupos parroquiales en la Eucaristía y demás actos litúrgicos. Para el día a día, mensualmente se comunica vía WhatsAap la participación en las lecturas de cada fin de semana de los diferentes grupos parroquiales. Posteriormente, cada coordinador de grupo se encarga de designar en su grupo a las personas que lo van a realizar. Esta es la posibilidad que se ofrece a los grupos para que los fieles, personas de Iglesia, colaboren en la parroquia de forma voluntaria y altruista.
Este servicio al altar aporta a la comunidad parroquial el beneficio espiritual de alimentarnos y educarnos en la fe, dándonos el compromiso cristiano de la construcción del Reino. La liturgia, como ya hemos apuntado, es una celebración del Misterio Pascual de Cristo, una celebración de nuestra fe. Por tanto, va dirigida a personas de fe que normalmente asisten a la Iglesia. No obstante, somos nosotros los participantes los que, una vez alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, somos enviados para ser sal y fermentos en la masa, para la construcción del Reino. La liturgia no agota pues la actividad de la Iglesia; antes deben ser llamados a la fe por la evangelización y a la conversión con la catequesis.
El sentir general del grupo es de satisfacción y buena disposición desde personas voluntarias que realizan la actividad que se les encomienda y como corresponde a su pertenencia a la Iglesia.
La formación del grupo se recibe de forma ocasional para que, posteriormente, los coordinadores lo transmitan a cada grupo parroquial, especialmente en temas importantes como “El Ministerio del lector”. Pero esta actividad de los grupos parroquiales en la liturgia no se debe limitar a éstos pues la participación en la liturgia está abierta a todo el mundo, aunque debe de cuidarse que dicha participación se haga dignamente ya que estamos prestando nuestra voz a Dios para que llegue a toda la asamblea reunida. Por tanto, es preciso leer previamente las lecturas, dar el tono adecuado y hacerlo lentamente y vocalizando bien.
Como tarea pendiente a mejorar en adelante está la de mejorar la iluminación del atril y la megafonía. Igualmente, Machuca destaca el deseo de crear un grupo de animación litúrgica con miembros preparados para realizar las funciones de lectores y ayudantes de altar (ministrales), así como un grupo de acogida. Por esta razón, se quiere animar e invitar a toda aquella persona que desee colaborar participando en la celebración eucarística, tanto lecturas como en cualquier otra actividad, se dirija al párroco o al grupo para incorporarlo al equipo. Para formar parte del equipo es imprescindible sentir interiormente una vocación de servicio y de ayuda a la comunidad. Vocación que irá gradualmente madurando en la pertenencia del grupo e irá manifestándose cada vez más sólida y consciente a medida que pase el tiempo.