“QUE NO SE ENFRÍE NUESTRO AMOR”
Queridos hermanos:
En una nueva Cuaresma me dirijo a vosotros para hacer una
reflexión de cara a este tiempo litúrgico, que es de conversión y que marca la
Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para
arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser
mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
Durante los 40 días que dura la Cuaresma, sobre todo en
la liturgia del domingo, se nos invita a hacer un esfuerzo por recuperar el
ritmo y estilo de verdaderos hijos de Dios.
El mensaje del Papa
Francisco para la Cuaresma de 2018 se centra en su deseo de “ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y
con verdad este tiempo de gracia”. Este año lo hace inspirándose en una
expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12)”.
El Santo Padre nos invita
especialmente a los miembros de la Iglesia “a
emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el
ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la
caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una
nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”.
Así pues, una vez más y
animados por las palabras del Papa Francisco, se nos invita a cambiar de
vida, a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la
Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.
Hagamos que cada día, siempre, arrojemos de nuestros
corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro
amor a Dios y a los hermanos. Que aprendamos a conocer y apreciar la Cruz de
Jesús para tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la
resurrección.