En este mes de diciembre, recién iniciado el tiempo de Adviento en el que los cristianos nos preparamos para el nacimiento del Mesías, Jesús, entrevistamos a Dolores Martín López, a quien muchos en Santa Cruz, por cariño, llamamos “Abuela Dolores”.
Dolores tiene 81 años, está casada con José Picó con quien tuvo 5 hijos, y tiene 8 nietos. Dolores es una de las personas más comprometidas que conocemos de la Parroquia. Con su avanzada edad, colabora activamente en todo aquello que está a su mano. Nos cuenta Dolores que sus primeros pasos en la Parroquia de Santa Cruz los dio con la Hermana Alba, quien la invitó a formar parte del grupo de Catequesis para Adultos y de los grupos de limpieza del templo. No obstante, ya frecuentaba la parroquia con motivo de las catequesis de sus hijos. Hoy día sigue en estas catequesis para adultos, al igual que en el coro parroquial y en el cuidado del patio. En palabras de Dolores, dice “estar pa’ lo que haga falta”. Como anécdota nos apunta que, junto a su amiga Italia, llegaron a confeccionar 14 casullas para todos los diáconos que iban a ser ordenados sacerdotes, hace unos años. Cosas como estas, demuestran el incansable servicio de nuestros mayores a la Iglesia.
Estas tareas que desempeña en Santa Cruz se ven recompensadas con el cariño que dice recibir de sus compañeros de grupos, pues dice sentirse muy integrada. Más que sentirse integrada, que también, expresa que se siente útil. Y esto es muy importante desde el punto de vista de valorar los dones de cada uno y sus posibilidades. Confiesa que, como en todos sitios, siempre hay roces de convivencia, pero que se dejan a un lado para continuar caminando juntos con el Señor. Así, todo marcha bien.
Vive y celebra los sacramentos, hasta el punto de necesitar la comunión diaria. Por esta cercanía con el Señor da gracias a Dios, por ser cristiana. En oposición a esta postura, lamenta que los jóvenes “pasen” de la Iglesia. Invita a los jóvenes a que se acerquen a la parroquia, como un lugar que les acogerá y que merece la pena.
Innumerables recuerdos llegaban a la memoria de Dolores Martín al tiempo de realizarse esta entrevista. Destaca distintos momentos vividos con antiguos sacerdotes de Santa Cruz, marcándole aquel que la ayudó y animó cuando sufrió una embolia pulmonar hace unos años; nos cuenta que hasta las enfermeras se sorprendían del cuidado y esmero que este sacerdote le transmitía.
Por ello, la figura del sacerdote es fundamental para Dolores. Nos cuenta que de todos los sacerdotes que han ejercido su ministerio en Santa Cruz ha aprendido mucho. Han avivado su fe, y el cariño ha sido mutuo entre ella y aquéllos. Sorprende las tan sabias palabras de Dolores cuando nos indica que aunque al principio le costaba aceptar los cambios de destino de los sacerdotes, por el cariño que les cogía, con el tiempo aprendió a ser generosa y desear que la nueva comunidad a la que el sacerdote llegaba, pudiera disfrutar de él tanto como ella. Hoy día manifiesta no quedarse en lo externo del sacerdote, sino en “buscar dentro de ellos a Cristo”, pues con ellos seguimos y recibimos a Cristo.
Nuestra “Abuela Dolores” es una enamorada de la imagen del Dulce Nombre de María de la parroquia. Revela que, cuando la mira, se emociona y da gracias a Dios por tenerla con nosotros; y es el mismo Dios quien la inspiró para componer una preciosa canción que es muy conocida en la parroquia. Se alegra también que ahora la Virgen esté junto a San José, completando el presbiterio.
Y si al Dulce Nombre de María, como hemos apuntado antes, le compuso una canción, a Santa Ángela de la Cruz también le compuso una coplilla con la que consiguió que la recibieran personalmente en la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz de Sevilla, cuando aún dolores estaba recuperándose de su embolia pulmonar. Nos cuenta una anécdota personal de esta experiencia en la que las Hermanas la invitaron a tumbarse en la tabla-cama de Santa Ángela; esta experiencia la llenó de una paz que nos indica que nunca olvidará. Las Hermanas de la Cruz recibieron con gratitud la letra de la canción y prometieron ponerle sus preciosas voces.
Otro de los dones de Dolores es el cuidado de las plantas del patio parroquial. Esta tarea diaria le sirve para recibir mucha paz cuidando de ellas, pues la distrae de los achaques típicos de la edad. Pero que el patio luzca precioso con la alegría que transmiten las plantas no considera Dolores que es mérito suyo, sino que es obra del mismo Dios.
Para terminar esta entrevista que el equipo del blog tenía muchas ganas de realizar, vamos a escribir unas líneas de una poesía que Dolores dedicó a la Virgen de Setefilla en la que cuenta sus experiencias de juventud:
“Y esta juventud que en Lora tenemos
sé que siempre va a estar ahí con su hombro dispuesto
para acompañar a nuestra Madre en la sierra y en el pueblo.
Y a nosotros, Madre mía, si me ayudas a tirar de nuestro cuerpo enfermo,
cada 8 de septiembre yo me pondré mi medalla y Pepe su pañuelo
y alzaremos nuestras voces, si podemos, para decirte:
¡Viva María Santísima de Setefilla!
¡Viva el Lucerito de la sierra!
¡Viva la Reina del cielo!”
Queremos transmitir nuestro cariño, reconocimiento y mejores deseos para Dolores y su familia, pidiéndole a Dios que les de muchos años de salud, para que nos sirva a muchos de ejemplo de fe, entrega y sentido de comunidad. ¡Gracias “Abuela Dolores”!