D. Enrique Barrera, nuestro párroco, centró el retiro de Adviento en torno a la esperanza y la alegría como clave de este tiempo litúrgico. Dicho retiro tuvo lugar el pasado jueves 3 de Diciembre y nuestro párroco destacó que el ser humano tiene siempre un motivo de esperanza, al margen de que tenga o no fe. Sin esperanza, señaló, estamos perdidos.
En Adviento, el cristiano espera que el Señor acampe de verdad en su vida. Es esta esperanza colectiva la que debe de abarcar a todas aquellas personas de buena voluntad que quieren acoger al Señor en su corazón.
Esperamos alcanzar algo que no tenemos. Pero quería llamar la atención D. Enrique en la idea de distinguir la esperanza de la fantasía. Y es que una esperanza con un fundamento inamovible que es Dios es el acierto, pues la fantasía nos conduce al fracaso ya que no se cumplen las expectativas.
Con motivo del Año Jubilar de la Misericordia, reflexionó Barrera sobre nuestro actuar con las personas de nuestro entorno. Antes de actuar, debemos de ponernos en su lugar, y tratar al otro como nos gustaría que nos trataran a nosotros mismos. Y si nos equivocamos, tenemos la posibilidad de acudir a Dios, en su eterna misericordia, para arrepentirnos y cambiar nuestras malas acciones.
Invitó D. Enrique en este tiempo de Adviento a confiar en Dios y hacerle partícipe de todas nuestras realidades: Él viene a acompañarnos. Dejémosle formar parte de nuestra vida. Preparemos nuestro corazón, al igual que cuando montamos el Belén, para acoger al Niño Jesús.
Tras el retiro, se pasó a la oración ante el Santísimo y se celebró la Santa Misa.