LA PARROQUIA DE SANTA CRUZ EN EL TIEMPO DE PASCUA

lunes, 30 de octubre de 2017

¿POR QUÉ LLEVAR FLORES Y REZAR POR NUESTROS DIFUNTOS?

El 1 de noviembre es la solemnidad litúrgica de 'Todos los Santos'. Se trata de una popular fiesta cristiana que evoca a quienes nos han precedido en el camino de la fe y de la vida, y gozan ya de la eterna del cielo.


En este día celebramos a todos aquellos cristianos que ya están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos. Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la presencia de Dios y son modelos para la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de veneración.

Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias y amistades. Es igualmente una oportunidad para recordar la llamada a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión a que vivamos todos nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida. Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos.

Decía Benedicto XVI: "El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo". 

Uno de los actos simbólicos más habituales en esta festividad suele ser homenajear a los seres queridos con flores. Puede ser esta una forma de recordar que esas personas aún siguen vivas en nuestra memoria pero lo cierto es que en su origen proviene de la antigua costumbre de quemar incienso y adornar floralmente a los cuerpos para enmascarar el fuerte olor que desprendían una vez que habían muerto, lo cual aromatizaba el ambiente y hacía más agradable el acto de velar al difunto.

Hoy día, a veces sentimos la necesidad de ir al cementerio para estar cerca de los seres queridos que nos han dejado y sentimos que tenemos que llevarles algo, y como no podemos llevarles nada que puedan hacer uso de ello, lo que hacemos es ir a una floristería para encargar un arreglo floral para ponerlo en la sepultura, y de esta forma puede que nos reconforte, aunque el dolor por la pérdida no nos lo quita nada ni nadie.

Además de esto, y seguro que de forma más efectiva, según nuestra fe católica, se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y misas por los difuntos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina. Orar por los vivos y por los difuntos es una obra de misericordia. De la misma manera que ayudaríamos en vida a sus cuerpos enfermos, así, después de muertos, debemos apiadarnos de ellos rezando por el descanso eterno de sus almas.

"Dales, Señor, el descanso eterno
y brille para ellos la luz eterna"