En la tarde del pasado jueves 7 de Diciembre, vísperas de la Inmaculada, celebrábamos el retiro de Adviento dirigido por el párroco D. Enrique Barrera. En su charla meditativa aludió a tres palabras: Adviento, Navidad y Epifanía; éstas hablan del nacimiento, la venida y la manifestación de Dios que envía a su propio Hijo para que se haga presente en nuestra historia y se cumpla la salvación que generosamente prometió.
D. Enrique hizo llamar la atención en que los cristianos debemos aprovechar el Adviento para agradecer a Dios que se haya querido hacer presente en nuestro mundo: "Nos preparamos para la gran noticia que es la gran venida del Señor, se hace presente con la Palabra, con las personas que tratamos y con los momentos más dolorosos de nuestra vida". Pero existen problemas, "ruidos y entretenimientos que hacen que no estemos despiertos para sentir la presencia del Señor en nuestra vida", añadía el párroco.
Pero D. Enrique ofrecía una solución para este problema: "tener un corazón humilde que haga que reconozcamos nuestras limitaciones para crecer en la vida de la fe a modo personal y como Iglesia. Además, debemos reconocer a Dios como nuestro Padre que nos quiere, nos ama, nos perdona".
Insistía Barrera en hacer llamar la atención sobre que "el Adviento es un tiempo idóneo para salir de ese adormecimiento que impide vivir el presente y dejar de pensar en el pasado y en el futuro". Debemos estar vigilantes para ver en cuáles de nuestras realidades nos metemos o nos apartamos de Dios. "Tenemos que vivir al estilo de Jesucristo, despertando nuestro reloj espiritual". Y qué mejor oportunidad de vivir el tiempo de Adviento siendo "pregoneros de la esperanza" para los que nos rodean.
Tras la meditación se realizó la Exposición del Santísimo, confesiones y la celebración de la Eucaristía, concluyendo con el ejercicio de la Novena a la Inmaculada Concepción de la Virgen María que se ha venido cumpliendo estos días.
