Para conocer “a fondo” a los grupos de limpieza de nuestra parroquia tenemos que remontarnos al año 1984. Hasta esta fecha, el templo parroquial de Santa Cruz tenía el suelo de tierra, pero el entonces párroco D. Francisco Silva (que en paz descanse) se encargó de movilizar a la feligresía en la compra simbólica de metros de losetas para colocar el actual suelo. Recuerdan con nostalgia aquellos días previos a las primeras comuniones cuando las madres de los niños regaban el suelo para asentar la tierra. ¡Qué tiempos aquellos!
Con la colocación del suelo, se preocupó D. Francisco de su limpieza, y anunció una convocatoria para todas aquellas personas que se pudieran ocupar de dicha tarea. Fue así cuando un grupo de mujeres se organizaron en los tres primeros grupos de limpieza que se ocuparían de reunirse cada quince días para mantener limpio el templo.
Desde los tres grupos originarios, han ido creándose y extinguiéndose algunos, quedando seis grupos de limpieza en la actualidad. Estos grupos actuales están dirigidos por una coordinadora cada uno y se identifican con los siguientes nombres: “Santa Cruz”, “Betania”, “Setefilla”, “Nazaret”, “Dulce Nombre” y “Amanecer”. En cada uno de estos grupos hay entre cinco y siete personas, en los que curiosamente no existe presencia de hombres.
En su organización, nos cuentan las coordinadoras de los distintos grupos que, cuando les toca su turno según un planning confeccionado a principios de cada año, la coordinadora se encarga de comunicarlo entre las mujeres de su grupo y se reúnen a una hora fijada para ocuparse de la limpieza del templo parroquial. Declaran los grupos que es una satisfacción personal comprobar que el templo está limpio y aprovechan esta oportunidad para invitar a todas aquellas personas que quieran unirse a los distintos grupos para continuar manteniendo esta tarea imprescindible en la vida de la parroquia.
Aunque manifiestan que es difícil reunir a las componentes de los distintos grupos debido a los diversos quehaceres de cada casa, se quiere mantener la vida de estos grupos e intentar que crezcan en número de personas. Además de las tareas de limpieza del templo, los seis grupos se reúnen una vez al año a modo de convivencia en el mes de enero para compartir una merienda y participar en una misa de acción de gracias por el año pasado y en la que piden por el nuevo año que comienza.
Y estas mujeres no sólo se encargan de la limpieza, sino que también pertenecen a otros grupos parroquiales como Catequesis de Iniciación Cristiana, Coro, Pastoral de la Salud, Catequesis para adultos, Cáritas parroquial… Pero no podemos olvidarnos de la limpieza de los salones parroquiales de la que no se ocupan estos grupos, sino que se realiza por personas voluntarias de los grupos de la parroquia que, tras realizarse un llamamiento general, acuden para mantener limpia esta otra parte de nuestra Parroquia.
A modo personal de la supervisora de todos los grupos de limpieza, Dña Soledad Rodríguez, se quiere reconocer la labor de tres mujeres por los años que llevan dedicadas a estas tareas de limpieza. Dña. Mari Rivero, fundadora de unos de los tres grupos de limpieza originarios hace ya más de más de 31 años. Dña. Italia Prada, otra de feligresas ha aportado durante muchos años y aporta a día de hoy, con sus prodigiosas manos, trabajos de costura para el ajuar y enseres. Y Dña. Dolores Martín quien a sus 81 años es la encargada hoy día del cuidado del jardín para que nuestras plantas siempre luzcan tan bellas. Otras personas se encargan de la importante labor de mantener limpios los manteles, purificadores, ropa de sacristía… y demás enseres para la celebración de los distintos cultos. Igualmente reconocida queda su dedicación.
Como hemos podido comprobar, existen en nuestra parroquia mujeres que, desinteresadamente y con muchas tareas que llevar a cabo en sus hogares, se encargan de mantener limpio nuestro templo. Y tenemos que saber valorar este esfuerzo pues… ¿imaginamos nuestro templo sucio? Son estas mujeres las que mantienen limpia y decente la Casa de Dios para que todos podamos disfrutarla y vivir nuestra fe.